Por Alba Antepazo, responsable de Graphics.
Un cartel de Neón bien grande: MANTENTE VALIENTE, CHICA! Eso hubiera sido el mejor de los regalos el día que empecé a emprender. Y aunque tenía claro que crear mi propia marca iba suponer un esfuerzo enorme en horas de trabajo y sacrificio, nunca se me pasó por la cabeza que conllevaría además uno de los retos psicológicos más heavys a los que me he enfrentado.
Tu idea, las horas que le dedicas a madurarla y ese empujón que te lleva a dar el gran paso de hacerlo realidad están cargadas de positivismo e ilusión, nadie apuesta por algo que cree que no va funcionar. Ese es el motor que va a hacer rodar tu emprendimiento, pero ¿es eso suficiente?
La respuesta para mi está clara: No.
La fuerza mental debe ser algo a trabajar tanto como la idea. Una vez empieza la realidad, tu fuerza mental empieza también a ponerse a prueba. La primera fase es la más conflictiva, estás expectante esperando las primeras reacciones y analizándolas al detalle una por una. ¿Y si no son las que esperabas?
Tener la capacidad de no dejarse llevar por el miedo es vital. Enfriar por momentos las implicaciones emocionales que acompañan siempre a algo que crea uno mismo y ser capaz de visualizarlo desde fuera para localizar los errores, te ayudará a moldear tu proyecto y a hacerlo eficaz en la práctica.
Pero no se trata de cambiar por cambiar. Recuerdo que una parte dura de mi primer año con Graphics fue escuchar a montones de personas a mi alrededor que, con buena intención, me aconsejaban sobre lo que debería y no debería hacer. He escuchado muy buenos consejos y también otros tantos que no compartía en absoluto, pero que tenía un efecto sobre mi muy fuerte y me hacían dudar. Ser valiente también es apostar por la esencia de tu idea y no perderla en el tiempo, el emprendimiento es un proceso largo, pondrá en juego muchas de tus fortalezas.
Estar previamente mentalizado ayuda, pero el trabajo psicológico para mejorar la fuerza mental es algo a trabajar durante todo el proceso y que mejorará de manera casi instintiva, forma parte del instinto de supervivencia del emprendedor.
Ahora el lado bueno… ¿Y lo bien que saben las victorias entonces? Cuando eres consciente de que todos los pequeños y grandes éxitos que llegan los has conseguido gracias a tu valentía, a no haber tirado la toalla con los contratiempos, a haber sabido evolucionar es… ¡simplemente genial! Tan gratificante en todos los sentidos que esa sensación es la que hace que el emprendimiento te enganche y la fuerza siga.
Así que solo me queda decir…
¡QUE LA FUERZA EN EL EMPRENDIMIENTO TE ACOMPAÑE!
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